El último juego del día lo disputaron los equipos de Colombia y Uruguay. El segundo duelo de Octavos de Final y que buscaba poner un paso más cerca de las escuadras sudamericanas.
La afición en las gradas se hicieron sentir desde los himnos nacionales. Una mayoría amarilla (colombiana y brasileña) se imponía con cánticos a favor del equipo cafetalero. La minoría en las gradas era celeste y vertían sus cantos hacia la cancha con el corazón en la garganta.
Mucho estudio, pocas emociones
El partido trabado, rocoso, con poco fútbol y muchos riñones. El juego estaba en el ritmo que más le convenía al conjunto charrúa. Los jugadores uruguayos sabían que nulificando a James y Martínez la ofensiva cafetalera se desarticularía y no generarían tanto peligro en su área.
El encuentro recordaba a los asistentes los partidos que ambos equipos disputan en las rondas de clasificación de CONMEBOL, los equipos estudiando, metiendo, apretado, pero con las cautelas necesarias para no dejar espacios atrás que pudieran ser aprovechados por la escuadra rival.
Las imprecisiones empezaban a ser la tónica del partido, apenas alguno de los equipos lograba hilvanar tres toques, al pase siguiente, la pelota terminaba en los pies del equipo rival en el mejor de los casos y en la mayoría de ellos la esférica se escapaba por las bandas.
Un golazo con pinta de obra de arte
Cuando el partido se moría de nada, James Rodríguez decidió cambiar el rumbo del mismo. El reloj marcaba el minuto 27, una nueva jugada perdida de Uruguay en el medio campo le otorgaba a Colombia la esférica en tres cuartos de cancha.
El primer pase terminó siendo despejado por la defensa, el rebote le cayó a James quien controló con el pecho, sin pensarlo dos veces y sin dejar que la pelota botara en el piso, sacó un balazo de pierna izquierda que superó el vuelo de Muslera al 27:40.
El gol hizo revivir a los jugadores uruguayos que cambiaron el estilo con el cual habían comenzado el encuentro. Ahora con la necesidad de empatar, los charrúas adelantaron líneas y presionaban en media cancha, sin embargo, no lograban superar a una defensa cafetalera que también sabía jugar haciendo tiempo.
La furibunda reacción uruguaya duró 10 minutos y no pudo conseguir el empate por lo cual el árbitro silbó el final del primer tiempo.
Gol de vestidor
Inició el complemento y James Rodríguez consiguió su segundo gol del partido y el segundo para Colombia en los Octavos de Final. Al minuto 48, Rodríguez, el 10 colombiano, aprovechó un tiro centro de Cuadrado, el delantero empalmó la pelota con la derecha y la clavó en la portería de Muslera que ha pesar de la estirada no pudo evitar que la pelota meciera las redes.
Ospina le robó la sonrisa al río de la plata
Los goles obligaban a Uruguay a ir sí o sí al ataque. El juego cambió en forma y fondo en comparación con lo vivido en la primera mitad. Ahora el equipo rioplatense se lanzaba al ataque, pero cada uno de sus embates eran repelidos de buena manera por el arquero Ospina, quien se vestía de héroe y mantenía la ventaja para su equipo en el estadio Maracaná.
La tónica del segundo tiempo, Uruguay buscando, generando, mordiendo y apretando, pero chocando contra un cancerbero colombiano que salió a defender con la vida su meta.
Uruguay ponía, pero Ospina tenía la última palabra en cada oportunidad, Cavani, Forlán, Pereira, González, Arévalo, todos de frente, todos con el espacio para marcar, pero el portero siempre un tiempo antes, leyendo sus mentes y deteniendo todo lo que venía a su puerta.
Sin más tiempo en el reloj de juego, el nazareno Kuipers terminó el partido y le entregó una alegría a 48 millones de colombianos que están dispuestos a seguir soñando.