Con la experiencia acumulada en el fútbol regresa Cuauhtemoc Blanco

Con 41 años el delantero, acepto picar piedra en primera división confiado en quitarse el mote de chico malo

El jugador de México Cuauhtemoc Blanco (c) se despide del público luego de jugar su último partido con la selección mexicana en un partido amistoso re
EFE
El jugador de México Cuauhtemoc Blanco (c) se despide del público luego de jugar su último partido con la selección mexicana en un partido amistoso realizado en el Estadio Azteca en Ciudad de México
A los 41 años, cuando la mayoría de los de su generación son entrenadores o desempeñan papeles secundarios, el delantero Cuauhtémoc Blanco ha aceptado picar piedras en primera división confiado en quitarle el polvo a su mote de chico malo del fútbol mexicano.
 
Se trata del futbolista más pícaro y polémico de México en los últimos 20 años que partir del viernes tratará de demostrar con el Puebla que si bien le será difícil aguantar 90 minutos seguidos, quizás en 30 pueda marcar diferencia con sus irreverencias y el remanente de su talento.
 
Nacido en un barrio pobre de la capital mexicana, Cuauhtémoc debutó a los 22 años con el América y en pocos meses marcó diferencia con su elegante manejo del balón, pero también con el desenfado de quien siempre se sintió con poco que perder en la vida.
 
A los 25 fue convocado a la Copa Mundial de Francia 1998 y en el primer partido de México, ante Corea, saltó entre dos defensores con el balón agarrado entre los tobillos y siguió adelante en una jugada que a partir de ahí los medios bautizaron como la Cuauhteminha.
 
En Francia fue el genio de la delantera y se confirmó como el jugador de primer nivel que meses más tarde se hizo de la corona de los goleadores del torneo de Invierno y en el 2000 convirtió nueve goles en la Copa Libertadores y despertó el interés del Valladolid español que se lo pidió prestado al América por una temporada.
 
Su pasó por España fue un reflejo de su personalidad de campeador. Al poco tiempo de llegar al Valladolid, el trinitario Ancil Elcock le partió la rodilla en un encuentro con la selección y eso le costó ocho meses de inactividad y el sufrimiento de no saber si volvería a jugar como antes.
 
No lo hizo igual, sino mejor y a su regreso se convirtió en el aguafiestas de su equipo de una manera lúdica, al convertir un gol que significó el empate en un duelo ante el Real Madrid y le hizo perder a los jugadores del Valladolid una apuesta por 4 millones de pesetas que habían hecho en aquel partido contra ellos mismos.
 
Apenas recuperado de la lesión se echó en los hombros al equipo mexicano y lo puso en la Copa Mundial de Corea-Japón 2002 en la que anotó el gol que le dio el triunfo a su país sobre Croacia.
 
Sin embargo, en todo ese tiempo Blanco también se vio envuelto en escándalos que generaron pasiones y odios, entre ellos una pelea en Estados Unidos que lo llevó a los tribunales, se involucró con actrices y en la Libertadores 2004 sacó su lado desaliñado al provocar una pelea con el Sao Caetano brasileño que le costó un año de suspensión en campeonatos de la Conmebol.
 
Antes se había burlado en un festejo del entrenador Ricardo La Volpe, quien cuando fue seleccionador mexicano lo dejó fuera de la selección de Alemania 2006, uno de los capítulos más triste de México en Copas Mundiales.
 
Regresó a los Mundiales en el 2010 y después se involucró en equipos mexicanos de segunda por salarios millonarios.
 
Hace unas semanas, el entrenador Rubén Romano lo rescató de la mediocridad y lo llamó al Puebla. No le prometió ser titular, pero para Blanco es lo de menos. Más que a la cantidad, a sus 41 apostará a sumar minutos de calidad y si le sale bien, sabe que volverá a ser venerado de una manera diferente, como lo son los viejos sabios.
 
MCH

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